La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en uno de los motores fundamentales de la transformación global. En un entorno en constante evolución, donde los algoritmos se desafían mutuamente y compiten por alcanzar niveles cada vez más altos de eficiencia, la IA no solo amenaza sustituir puestos de trabajo y redefinir profesiones, sino que también se enfrenta a sí misma en una carrera de innovación sin precedentes.

¿No empezaste con bronca en el ambiente? O, mejor dicho, cuando conversabas antes de las elecciones con algún vecino o familiar, ¿no percibías esa bronca por lo que se estaba viviendo por la inflación, la falta de rumbo claro, varias cosas indefinidas como “son todos iguales”, “al final yo siempre trabajé y estos…. “así la voz surgía de esas gargantas a veces áspera, otras chillona, transmitiendo bronca, pidiendo venganza?

El gobierno nacional impulsa una reforma y entre un 60% y un 90% rechaza cambios en vacaciones, indemnizaciones, mayores jornadas laborales, la vuelta de las AFJP y eliminación de las negociaciones colectivas de trabajo.

Vos vas a decir que soy el mismo exagerado de siempre. Bueno, no.

Vivimos una era en la que la tecnología no solo redefine procesos, sino que reconfigura nuestra forma de entender el mundo. La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una simple tendencia para convertirse en una herramienta estratégica con el potencial de transformar la educación, la economía y la vida cotidiana. Sin embargo, su verdadero valor radica en la forma en que la integramos en nuestra sociedad, siempre con una mirada crítica y responsable.

Estamos viviendo el momento más álgido de nuestra democracia, aquel donde la mayoría siente que la coherencia y el voto han perdido sentido

La inteligencia artificial (IA) y la automatización están reconfigurando rápidamente el mercado laboral global, obligando a las industrias en general y a la formación universitaria, a adaptarse a una nueva realidad donde la tecnología redefine las habilidades necesarias para prosperar.

Se trata de una jugada opaca porque Chile no produce gas y Bolivia cobra carísimo. El gasoducto que transporta el gas de Vaca Muerta tiene un tercio de capacidad ociosa y la reversión del gasoducto Norte, única obra pública que inauguró este gobierno, nunca se terminó.

Las organizaciones gremiales, se enfrentan a nuevos desafíos que se están dando a partir de las políticas que está instrumentando el gobierno libertario de Javier Milei.

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