Las elecciones 2025 marcan el fin de la política de identidades cerradas y el comienzo de una política de percepciones, emociones y microgestion territorial. La ciudadanía ya no vota por “historia”, sino por expectativas inmediatas y símbolos de eficacia.
 
 
1-El cambio de época: el voto como expresión de desconfianza
Las elecciones legislativas 2025 dejaron al descubierto una mutación profunda del sistema político argentino. El voto ya no expresa solamente adhesión ideológica, sino una búsqueda de sentido, eficacia y representación en un contexto de crisis social y económica persistente.
Joseph Napolitan – considerado el padre del marketing político moderno – entendía que una elección implicaba comprender la psicología del votante y su contexto emocional. Napolitan insistía: “la gente no vota por lo que decís, sino por lo que siente y representas”. Bajo esta premisa, los resultados de 2025 no solo muestran cifras: reflejan el fin de una etapa de vínculo entre la sociedad y la política tradicional.
2-La Libertad Avanza: del voto broca al voto estructurado
En la cámara de Diputados se pusieron en juego 127 bancas, mientras que en la cámara de Senadores 24. Así, LLA puso en juego el 30% de sus bancas, tras los resultados, la Libertad Avanza logró sumar 64 bancas, al lograr el 40,81%, es decir, unos 9.122.748 de votos, consolidando su presencia legislativa y demostrando que su base electoral no fue un fenómeno transitorio. Su crecimiento responde a tres dimensiones sociológicas:
- Desafección: gran parte de su voto proviene de sectores que antes apoyaban al peronismo o al macrismo, y que hoy expresan una demanda emocional de ruptura.
- Reconfiguración de las identidades: el electorado joven y urbano, atravesado por la precariedad laboral y económica y la sobreexplotación mediática, se siente identificado con el discurso del mérito y la libertad individual.
- Narrativa emocional eficaz: Napolitan advertía que toda campaña exitosa debe tener una emoción rectora. En este caso, la bronca se transformó en identidad política
LLA logro lo que Napolitan llamaría “una comunicación simbólica eficaz”: más que convencer, logró canalizar emociones colectivas dispersas.
3-El peronismo ante la erosión de su hegemonía simbólica
El peronismo conserva poder territorial y estructuras institucionales, pero ha perdido centralidad emocional.
Su narrativa –históricamente ligado a la justicia social y la representación popular – hoy resulta difusa para su electorado que percibe distancia entre discurso y realidad.
En términos napolitanos, el peronismo enfrenta un problema de branding político: su marca conserva historia, pero perdió atractivo simbólico. Los resultados lo muestran: incluso donde el peronismo ganó, lo hizo con márgenes acotados y con fuerte competencia de oficialismos provinciales o fuerzas locales. La pérdida de hegemonía nacional implica el paso de un modelo “verticalista” a un ecosistema político federalizado y fragmentado.
4-El ascenso de los oficialismos provinciales: la política del territorio
Un dato sociológicamente decisivo es que en muchas provincias la segunda fuerza no fue el kirchnerismo, sino los oficialismos locales. Esto evidencia una tendencia que Napolitan consideraba central: la importancia del “terreno”. En contexto de desafección y volatilidad, los ciudadanos votan lo cercano, lo tangible, lo que responde en el día a día.
Los gobernadores y partidos provinciales supieron reconstruir legitimidad desde la gestión, más allá de los discursos nacionales. Esto explica por qué provincias como Salta, Córdoba, Misiones o Neuquén fortalecen estructuras propias que ya no dependen del peronismo ni de la oposición tradicional.
Las elecciones 2025 marcan el fin de la política de identidades cerradas y el comienzo de una política de percepciones, emociones y microgestion territorial. La ciudadanía ya no vota por “historia”, sino por expectativas inmediatas y símbolos de eficacia.
El desafío para el sistema político argentino – y especialmente para el peronismo y los oficialismos provinciales – será reaprender a escuchar. Como diría Napolitan: “Las campañas no se ganan solo con ideas, sino con la capacidad de entender que está pasando en el corazón de la gente”.
 
											





 
					