¿Cambiará definitivamente las relaciones del gobierno de la provincia con sus trabajadores sin representación gremial?

Hace mucho tiempo que vinimos advirtiendo, en este espacio, que, ante los desgastes de representatividad de la dirigencia gremial, frente a sus trabajadores, a quien dicen querer representar, se fue dando lugar a un espacio de manifestaciones y demandas, de muchos trabajadores, por fuera de las instituciones gremiales y sobrepasando los límites de la personería gremial para hacerse sentir en sus peticiones por mejoras salariales y laborales.

 

No podemos obviar, ni desconocer que los trabajadores autoconvocados, en particular los docentes, dieron muestra de la fuerza y perseverancia durante un mes de paro (y los niño, adolescentes y jóvenes sin clases), que el gobierno no supo manejar con criterio político razonable y efectivo.

 

Lo que creyeron que al principio todo ese movimiento no era más que una cuestión puramente política - partidaria, quedó demostrado que ese germen de rebeldía superaba todo formalismo de representatividad gremial y apuntaba a la dirigencia gremial y al gobierno por no dar respuestas a demandas que estaba a la vista que era de urgente resolución.

 

Los autoconvocados docentes, al igual que los de salud, pudieron viralizar, con sus demandas en las calles y con sus paros, que la educación y la salud deben tener una mirada especial por parte del gobierno para alcanzar la tan deseada paz social; que no se da sino con políticas activas en favor de los servicios esenciales y de gran impacto social, tanto para el presente como, fundamentalmente, para el futuro de los ciudadanos de esta provincia.

 

Y si bien los dirigentes gremiales estuvieron en la mirada de los autoconvocados, no es menos cierto que la de los gremios docentes, por dar un ejemplo, fueron planteando las reivindicaciones que las bases les exigían y el gobierno casi siempre miró para otro lado en muchos de esas demandas.

 

El gobierno, reaccionó a impulsos de buscar que esta “rebelión” no se convirtiera en una verdadera poblada social. Y logró calmar las aguas, al menos por ahora, con un acta acuerdo que estudia en comisiones, entre legisladores, técnicos de Educación y autoconvocados; y que este martes pasado avanzaron en algunos temas que se detallan en la nota de tapa de esta edición.

 

En conclusión: tras esta situación de informalidad y anarquía de los reclamos, se conjuga perfectamente de la misma forma en se mueve el gobierno provincial, con manifiesta anarquía de pensamiento y de acción.

Además, esto da lugar a la reflexión y posterior debate sobre la representatividad de las instituciones gremiales. Porque hasta ahora nadie puede prever qué pasará, de ahora en más, en cuanto a las futuras relaciones entre autoconvocados y el gobierno, ya que, con el afán de resolver la conflictividad laboral y social, les dio identidad y espacio a ellos.

 

¿Y los gremios qué papel van a jugar de ahora en más en todo esto?

 

Seguramente que es un tema como para que, tantos gremios como gobierno, analicen cómo estos nuevos desafíos no se contradigan con las leyes laborales vigentes que regulan la actividad y las obligaciones de los sindicatos. Más allá que en algunos casos sus dirigentes son cuestionados y que, en nuestra provincia, tuvimos claro ejemplo en la ADP, vimos como supieron enmendar y ordenar el gremio con el remedio que les da su estatuto y que hoy está ordenada institucionalmente y al servicio de sus afiliados. 

 

Autoconvocados o no, el tema a debatir seriamente. ¿Podremos?