¡Los grandes desafíos laborales y la representatividad gremial!

 

Estamos viviendo días de furia en una Salta convulsionada por los reclamos de los autoconvocados, tanto docentes como agentes de la salud.  A lo que hay que agregar los beneficiados de los distintos planes sociales.

 

Lo que algunos decían que no era más que una movida estrictamente electoral, que terminaba al finalizar la jornada comicial del 14 de mayo, se equivocaron de medio a medio.

 

Los reclamos salariales de los trabajadores, por fuera de los sindicatos más representativos de la provincia, está hablando que esto es algo, no tan nuevo (como todos los sabemos, ya que hemos vivido esta historia), pero si preocupante. Mientras los gremiales, representantes de los trabajadores negocian en paritarias, por fuera los autoconvocados exigen su participación e identidad.

 

Es cierto, y no hay por qué negar la realidad, que últimamente la representatividad de algunos dirigentes gremiales está en dudas. Y todo tiene que ver con el compromiso que tenga cada uno de los dirigentes con sus afiliados; atendiendo y estando al lado de los trabajadores en la lucha permanente en defensa de sus derechos y la preservación de sus fuentes laborales con un salario justo, que le permita llevar con dignidad el pan a la mesa diaria de sus familias.

 

Sin embargo, estamos asistiendo a la decadencia de la representatividad gremial de muchos dirigentes; que no reaccionan para enfrentar los nuevos desafíos que surgen de las demandas y desafíos, con la incorporación de las nuevas tecnologías y mayor marginalidad laboral.

 

Tas el desaguace  del país, con las privatizaciones de empresas y concesiones por parte del Estado, en los años noventa bajo la presidencia de Carlos Saúl Menen,  la diáspora de trabajadores hacia el mundo de la informalidad, los sindicatos perdieron peso específico en sí mismo ante una  sociedad que esperaba una reacción positiva de los sindicatos para fortalecerlos institucionalmente y recuperar el rol que tuvieron desde su creación, de ser no sólo columna vertebral del desarrollo y crecimiento de nuestro país. Pero no...fueron muy pocos los sindicatos, a instancias de sus dirigentes, que lograron poner en la agenda de la política de gobierno y de la producción, la fuerza activa de los trabajadores.

 

Pero en los últimos años, lamentablemente vimos que los gremios fueron perdiendo fuerza en la representatividad de sus trabajadores o afiliados. Algunos están redoblando sus esfuerzos como para imprimirle a sus instituciones mayor peso político, a la hora de defender las conquistas adquiridas como derechos, y de sentarse y participar de lo que llamamos “LA MESA CHICA” donde se “cocinan” las acciones para un proyecto político de trabajo y producción. Trabajo y producción que ya tienen la impronta de los nuevos desafíos de un mundo totalmente globalizado. Y donde el Estado tiene que estar siempre presente, cuando la actividad privada no lo está por razones de rentabilidad empresarial.

 

Así como los empresarios, agrupados también gremialmente, se unen para defender sus inversiones y consecuentes rentabilidades; por qué no se unen en serio las instituciones gremiales, para sentarse (como sí lo hacen los empresarios con los que rigen los destinos del país, la provincia o los municipios) y discutir el mejor proyecto de comunidad que responda a las demandas de una sociedad que ahora exige mayores esfuerzos y calidad de participación en la construcción de su futuro. Los empresarios exigen y lucha por ese rol; los gremios no siempre son tan enfáticos a la hora de recuperar ese rol que tiempos ha tuvieron.

 

La fuerza de los trabajadores autoconvocados, sin dudas que es consecuencia de una falta de participación de los trabajadores en las instituciones gremiales. Y no vamos a simplificar la realidad diciendo quién tiene la culpa, si los que dirigen los gremios o los que quieren entrar, pero sin las reglas que impone la democracia gremial, tal vez por temor al veredicto que pueden dar las urnas los afiliados. De uno u otro lado del mostrador tenemos que hacer esfuerzos como para consensuar ideas y/o y confrontar civilizadamente. Que sea el soberano el que elija. Pero que todo sea para fortalecer la institución gremial por sobre cualquier dirigente en particular y en aras de defender todos los derechos de los trabajadores.

 

También hay que decir, que el caso de los autoconvocados es un fenómeno propio de las administración Pública, provincial o municipal. Y esto que vemos hoy, de la intransigencia de los trabajadores autoconvocados, mucho tiene que ver los gobiernos de turno, que mientras no les molestaba no hicieron caso de ello; más aún, en muchos casos fuero meros instrumentos de la anarquía de los gobernantes que los usaron con fines electoralistas o intereses pocos confesados., sin darles las respuestas satisfactorias a sus demandas...y tampoco a los gremios legalmente constituidos. La división y el debilitamiento de la conducción gremial, seguro que muchas veces sirvieron a intereses personales o sectoriales y no del bien común de los salteños.

 

Es hora, entonces, de no hacernos los distraídos, porque la Patria está viviendo momentos difíciles, y los trabajadores, con sus organizaciones gremiales fuertes, deberán ser el músculo que mueva la política de grandeza de la provincia y el país. Para eso no pueden resignar a su destino de ser parte activa de las políticas de los gobiernos nacionales, provinciales y municipales. Pero no ya como invitados a la mesa donde se sirve el menú, sino como anfitriones del espacio de consenso para construir la provincia que queremos.