Revolución de los delantales desafió viejas estructuras gremiales y políticas

Lo que sucedió en estos días, en nuestra querida Salta, reveló la fragilidad en que se encuentran muchas de nuestras instituciones, sociales, políticas, y gremiales.

 

La rebelión de los delantales, que algunos dieron en llamar a la marea de la docencia que se autoconvocó para exigir al gobierno provincial salarios más dignos y cercanos al poder adquisitivo, ante la devaluación de los magros sueldos que día a día se fue licuando por los altos índices inflacionario, fue un duro golpe que sufriera no solamente el gobierno de la provincia, sino también los dirigentes gremiales docentes.

 

Por primera vez, más allá que en el 2005 hubo algo parecido pero que no fue tan contundente como ahora, el gobierno y el mismos sistema político e institucional tuvieron al borde del nocaut.

 

Pero hay que tener en cuenta que este desborde de las bases docentes, a las debilitadas entidades gremiales que los representaban, comenzó con el quiebre institucional y de representatividad de la Asociación Docente Provincial (ADP), que desnudó públicamente el grado de desconfianza y acusaciones cruzadas entre miembros de la misma CD, que suspendió a la Secretaria General, Patricia Argañaraz, de sus funciones, ante las graves acusaciones de corrupción y mal manejo de los recursos de los afiliados.

 

Es que ya de por sí, hace tiempo que muchos gremialistas vienen siendo señalados con hechos de corrupción...que los mismos fueron perdiendo, a través del tiempo, la confianza y el grado de representatividad delegada por sus propios afiliados, a través de las distintas elecciones por los cargos en los gremios.

 

En  realidad, el rechazo de la mayoría de los docentes al 23% inicial, que firmaran los representantes gremiales, no fue más que el fósforo que encendió la llama de algo que ya venía encubándose desde hace tiempo.

 

En realidad ese acto, a todas luces insuficientes, de la firma del primer acuerdo paritario, con la oferta del gobierno y la contra oferta de los gremios...fue lo que alimentó la bronca de los docentes contra algunos de sus dirigentes que, desde hacía mucho tiempo no escucharon a las bases, y mucho menos los representaba en sus legítimos intereses como trabajadores de la educación.

 

Y tanto es así que, cuando por empuje de los docentes movilizados, en toda la provincia, en contra del primer acuerdo salarial (23%), los gremios volvieron a la carga sobre el gobierno y lograron un nuevo acuerdo consiguiendo 15 puntos porcentuales más (35%), en cuestión de días. Sin embargo, los docentes autoconvocados rechazaron masivamente este último acuerdo, y más allá del porcentaje, porque ellos ya estaban en contra de todo cuanto hicieran los gremios, por entender que no los representaban. Y ellos, o sus delegados, no participaron de la discusión y firma del acuerdo. Además porque repudiaron las declaraciones del Jefe de Gabinete Fernando “Larguirucho” Yarade, que en conferencia de prensa dijo que este esfuerzo financiero implicaba sacarle presupuestos a los municipios que estaban destinadas para obras. Según los docentes, y tomando literalmente lo dicho por el funcionario, fueron pocos felices porque era como decir que por culpa de ellos, no harían obras en los municipios.

 

Todo esas cosas juntas, hizo que se pudriera todo. Los docentes se empecinaron que no iban a volver a las aulas.

 

Y a todo esto, y teniendo en cuenta que es un año electoral, donde hay mucho en juego, como la propia pre candidatura de JUANMA a presidente, era como muy complicado hacerse el duro, aun con las limitaciones presupuestarias que dice tener el gobierno de la provincia.

 

De alguna manera había que resolver el problema docente, antes que la llama de la rebelión se extendiera a todos los sectores de la administración pública.

 

Los docentes, le estaban dando un jaque mate al propio gobierno de la provincia, quien tuvo que salirse del molde tradicional de discutir paritarias con los gremios con personería gremial; y pasando por encima de éstos últimos, llamó a los representantes de los autoconvocados y acordó una nueva escala salarial, de más alto costo, tanto financiero como político.

 

Esta historia ya la hemos vivido antes, en 2005, y parece  que no aprendimos nada de la historia. Volvimos a tropezar con la misma piedra, no una sino más veces. Y diría que con casi los mismos actores, porque “Larguirucho” Yarade, también era funcionario en esa época.

 

Claro que en todo este embrollo, hubo también quienes pusieron sus fichitas, fogoneando aún más  el conflicto docente, con fines puramente políticos electorales. Sin embargo hay que  reconocer la madurez de la mayoría de los docentes, incluso de los más jóvenes, que dieron la espalda a esos oportunistas que apostaron, hasta último momento, al fracaso de cualquier arreglo con tal de seguir alimentando el caos y la anarquía.

 

Y creo que todos debemos aprender algo de todo este conflicto docente.

 

Por un lado, los dirigentes gremiales que deben tomar nota de lo que pasó, y hacerse una clara y honesta autocrítica sobre su accionar hasta ahora, en relación con sus afiliados. Y con ello, buscar renovar sus compromisos en serio con sus trabajadores, y elaborar nuevas estrategias que permita recuperar la confianza de sus afiliados.

 

Es indudable que no hay que generalizar, porque eso es malo y porque, además, son más los dirigentes que están comprometidos con su gente en defensa de los derechos e intereses de los trabajadores.

 

Por eso es necesario hacer una evaluación seria de los que pasó, y preguntarse el por qué, para luego intentar cambiar y volver a ganar la confianza de sus afiliados para construir una nueva etapa institucional de la entidad gremial.

 

Y a los docentes, que no se engolosinen con un “triunfo” que, a la larga no es tal, si es que realmente quieren construir un nuevo espacio representativo que pondere los derechos y demandas de los afiliados, por sobre los intereses particulares de la dirigencia. Porque el pecado de todos fue no participar activamente de la vida institucional de su gremio. Si quieren hacer historia y cambiarla para bien, ya no pueden ser tan cómodos de no participar en defensa de sus propios intereses (y en la gran mayoría de sus intereses económicos porque pagan una cuota).  Han demostrado tener suficiente coraje como para luchar por sus intereses. Entonces ahora pueden demostrarlo cambiando, con su participación y voto, la conducción de su gremio. Porque el gremio es bueno para la convivencia social de los trabajadores. Es una importante herramienta que no podemos darnos el lugar de perderla o denostarla.

 

El gremio es de todos... no de unos vivos, que no saben contener a la mayoría de sus afiliados.