Valorizar la militancia para desterrar la mercantilización de la política.

Muy pocos conocen por qué el 17 de noviembres es, para los peronistas, el DÍA DE LA MILITANCIA.

 

Para los que perdieron la memoria, incluso para los que se dicen peronistas, el 17 de noviembre de 1972,  tras 17 años de  proscripción volvía al país el GRAL PERÓN. Y ese día cientos de miles de MILITANTES (en su gran mayoría jóvenes que solo lograron verlo,  en foto o video de entonces), fueron a Ezeiza para esperar la llegada de su líder indiscutiblemente apropiado.

 

En la clandestinidad, arriesgando ser atrapados por “la Cana”, durante muchos años fueron los militantes los que mantuvieron viva la llama de la causa de la doctrina popular que representaba el Gral.

 

Así la memoria  viva de Perón,  se mantuvo intacta, junto a la Evita, a pesar de la distancia y el tiempo. Generaciones nuevas de jóvenes, adoctrinadas por veteranos militantes, fueron conformando la nueva savia rebelde y comprometida de un movimiento social, político y hasta cultural que los distintos regímenes militares, (que habían tomado por asalto las instituciones de la república, mediante golpes de estado),  no lograron acallar, a pesar de las prohibiciones y persecuciones.

 

La figura del Gral. Perón fue creciendo, día a día y año a  año. El pueblo lo había elegido y adoptado como su indiscutible líder, y ello se reflejada en las pintadas clandestinas del slogan PERÓN VUELVE.

 

 Y fíjense que en esos tiempos, esa lucha porque el Gral volviera, era una lucha cuerpo a cuerpo de militantes en serio. Nadie se jugaba por el retorno del Líder, esperando una recompensa material, como ocurre con muchos que buscan, hoy día, entrar a la política para sacar provecho en su beneficio.

 

Esa lucha era en base a una sentida MILITANCIA  en favor de una idea de sociedad, de país donde todos íbamos a tener las mismas posibilidades y oportunidades de crecer, personal y socialmente.

 

En ese entonces, luchar y militar por el retorno de Perón, era luchar por la esperanza que, en su gran mayoría, no la tenían. Era buscar el retorno a esos derechos que Perón supo darle al pueblo. Era volver a revivir la esperanza de un país Libre, Justo y Soberano. Un país con un  sentido de pertenencia a una nación con justicia social.

 

Y cuando Perón volvió, se sintió conmovido por ese gran amor de una multitud de militantes que fue a su encuentro para darle un recibimiento tan maravilloso como no se lo podía imaginar hasta entonces. Ni siquiera los que observaban, los anti Perón, podían creerlo. Y además porque le demostró que si le daba el cuero para volver a su querida Patria y sentir el calor de su pueblo.

 

Ese 17 de noviembre, a pesar de la lluvia, se veían largas y nutridas columnas de militantes que caminaban por la ruta del Camino Negro, la autopista y distintos senderos, cruzando arroyos, para encontrar un lugar lo más cercano para verlo. Después de tantos años de ausencia, un pueblo por fin podía ver a su líder que retornaba a su país, gracias a la perseverancia y militancia de familias entera de militantes peronistas.

Hoy, a 49 años de ese 17 de noviembre de 1972, no podemos más que reflexionar y repensar la necesidad de valorizar el sentido de la MILITANCIA.

 

El peronismo, tomó en su tiempo el 17 de noviembre para rememorar el momento especial que vivieron ciento de miles de militantes con la sola presencia por unas horas de su líder. Sin embargo la militancia es algo que   trasciende ese momento, como digo especial, para luego transformarse, como escribía Jorge Elbaum ”La militancia es la victoria sobre el individualismo. Es una tarea compartida donde la soledad es negada. Es una acción sistemática orientada a mejorar lo que nos rodea en el corto tiempo de vida que se nos concede. Una opción de vida signada por una esperanza obstinada y blindada.

La militancia es una práctica de aguas profundas. Sabe de paciencias y de emociones cotidianas. Y es liberadora porque atraviesa experiencias íntimas y múltiples en su mismo trayecto enlazado.

 

Quienes hacen de su vida un hueco vacío, una forma estilizada y perpetua del presente, una isla nimia en el entorno de sus orejeras narcisistas, nunca podrán entender ni disfrutar la realidad encendida de unos abrazos militantes.

 

La militancia, de alguna manera, te sujeta con huesos de otros, te hace andar con piernas de tercerxs y levanta múltiples brazos que alguna vez supusiste ajenos.

 

Por eso, bienvenida la honesta militancia para construir un futuro mejor.