Elecciones 2023, algunas reflexiones.

La imponente derrota de Bettina Romero es, sin dudas, el dato más relevante de las elecciones del 14 de mayo en Salta. No por inesperada. No había ningún analista ni bar que supusiera otra cosa frente al mediático Emiliano Duran, pero el apellido Romero, después de haber dominado la escena política de Salta durante 40 años, de haber sido envuelto en decenas de conspiraciones, de haber sido tildado de manipular cuanta justicia, legislatura o ambiente empresario de la provincia existiera, todos, pero todos, esos mismos que aseguraban su derrota, avisaban que “algo” el padre “iba a hacer” para que la nena no perdiera. Y valla que hizo.

 

Jugada del Gobernador Sáenz, quien en su “orejeo” con el propio Romero y las pretensiones de Bettina, decidió tirar al ruedo al Senador para asegurar un triunfo que en los papeles aparecía menos seguro al principio. Una jugada a dos bandas que garantizaba votos contra Estrada y sacaba del medio su molesta intendenta con aires de gobernadora. Ahora todo es propio, como cuando Urtubey y Romero.

 

El otro gran derrotado fue Emiliano Estrada y su engendro Avancemos. Creado como una especie de Frankenstein, con piezas de todos lados, contadores e ingenieros creyeron que la política era una suma algebraica de los votos de cada uno. No resistió el embate del Gobierno y su “aparato” mediático. No resistió la crítica interna de cada uno de sus componentes. Sus 114.801 votos están muy alejados de los 205.853 que obtuvo “Estrada solo” para ser Diputado Nacional hace un par de años. Es decir, lo que creían que sumaban por un lado se le escapaban por algún otro. Tal vez se subestimó el aporte que había hecho el propio Gustavo a su elección a la Cámara baja nacional. Tal vez subestimó la dignidad del votante propio. Tal vez no evaluó que una Legislativa Nacional no es equivalente a una Ejecutiva Provincial. Siempre se aprende.

 

En ambos casos, Romero y Estrada, se percibe cierta soberbia.

 

Biela, con su discurso atildado de planificación, quedó mirando cómo sus votantes del año anterior se le iban vaya uno a saber dónde, probablemente a Matías Posadas y quedó cuarto con 30 mil votos, difícil. Lo mismo para un Zapata/Olmedo forzado en sus discursos justificadores de no sé qué.

 

Otro derrotado fue el Frente de Todos, o lo que queda de él después de la fractura y migración del Partido de la Victoria. Las maniobras oportunistas del Oso Leavy han provocado un desánimo difícil de tragar en las filas de lo “nacional y popular”. A la vez, la falta de conducción impidió la constitución de un frente único que al menos aspirara a retener ese 17% de votantes del 2019. Auto-anulado Estrada como conductor, por su alianza contra natura y descabezado el Frente por incapacidades propias, los partidos y agrupaciones salieron (salimos) a presentarle batalla al aparato con más voluntad que recursos y con mucha impericia, mal que nos pese. Conclusión otros derrotados que sumaron el 10% pero de a poquitos y el peronismo (¿qué es eso?) que se considera auténtico, no tiene representantes en ningún lado.

 

Hay otras situaciones menores, como la derrota impensada de Felicidad en su territorio vaquereño y la pérdida de casi 2 terceras partes de su electorado entre el ’21 y el ’23 a nivel provincial, o la levantada de la izquierda que volvió a tener cerca del 6% si sumamos a todas las listas. Es cierto que se comparan peras con tuercas.

 

Ahora bien, todo esto esconde a los dos grandes ganadores: Gustavo Sáenz y Emiliano Durand. A ellos hay que felicitarlos. Supieron utilizar una cantidad obscena de recursos para eliminar cualquier asomo de competencia y recurrieron a cuanta trampa y bajeza existió, en una elección sucia como pocas veces. Pero ganaron por “afano”. Todo dicho.