Existe una pulsión en todos nosotros de querer ganar a pesar de todo. Tal vez sea porque no nos toca muy seguido, o porque ganar sea una representación de tener razón. Esto es inofensivo en cualquier circunstancia salvo en la electoral.

Me explico. Supongamos que un candidato se presenta con muchos recursos económicos a la contienda electoral. Los carteles cubren los frentes de las casas, los paredones comienzan a pintarse con sus nombres y en los medios los únicos que aparecían eran sus anuncios. Sus discursos podían ser ingeniosos o absolutamente anodinos, no importa, lo que importa es que su mensaje da la sensación de que va a ganar. Su imagen apabulla la vista, sus colores se repiten a 360º y su afiche te aparece en el teléfono, aunque a vos nunca se te ocurrió preguntar nada sobre el sujeto en cuestión.

 

Tal es la presencia del Frente, Candidato, Partido, que vos terminás creyendo que va a ganar o al menos que estará “ahicito” del triunfo.

 

Lo que dice el candidato importa poco. Que estés de acuerdo o no, no importa, no está en juego el contenido sino el volumen.

 

Esa y no otra es la razón por la que se invierten millones de pesos en una campaña sin contenido. Mejor no digamos nada. Esa fue la orden de Duran Barba a Sturtzenegger: “vos hablá de tus hijos, tu esposa o de futbol. No hablés de economía”

 

Ahí aparece la pulsión. Vos querés estar del lado ganador. No es como la Selección, es todo lo contrario. Con la Selección todos estábamos del lado correcto y los muchachos nos volvieron a ilusionar a base de buen juego. Eran lo que queríamos, si representaban lo que sentíamos.

 

Pero con la política se da la situación de que las propuestas de esos que parecen campeones por las gigantografías costosas pagadas por nosotros, muchas veces son lo contrario de nuestra conveniencia.

 

Ahora bien, cómo hacemos para en medio de la vida cotidiana, de los problemas familiares, económicos, los divorcios o los casamientos, las enfermedades o los nacimientos, las ruedas rotas en un bache de Betina o la sed que nos condena Gustavo, cómo hacemos para encontrar un mensaje que nos oriente. Cómo se logra que separemos la razón de la pulsión. La Razón que nos conviene a la Pulsión que nos entierra.

 

Yo tengo una propuesta.

 

Si la publicidad de los candidatos es un simulacro, suspendamos su ingreso a nuestras mentes. No los dejemos entrar en nuestras mentes siendo conscientes de lo que están haciendo.

 

Y ahora que es tan fácil con internet, veamos que hicieron para estar allí donde están. Algunos despotrican contra la política y hace 10 años que viven de ella, entonces mienten. Algunos proponen precariedad laboral y entonces, si sos empleado no te conviene. Algunos dijeron que era imposible juntarse con aquellos corruptos con los que aparece ahora en el afiche, entonces no tiene principios. Y así podemos comenzar a evaluar a quienes te lo proponen y no las propuestas.

 

Con quien gobierna es más fácil porque tienen que rendir cuentas de lo que prometieron y no hicieron.

 

Si la razón te dice que es una persona que no merece tu confianza, entonces reprimí tu pulsión de ganar porque parece lindo o linda, o porque parece que va ganar, porque no vas a ganar, vas a perder.

 

La Selección nos mostró que se podía confiar en ella y que no iba a cambiar con el tiempo. Ganó en la suya y todos chochos. Se mostró que cada uno tenía que hacer bien lo suyo, para el bien de todos. Y aquí TODOS fuimos 47 millones de argentinos y muchos más.

 

La primera opción de elección tiene que ser la confianza en quien te propone otro futuro, no la saturación de tu mente.