Hablar de instituciones en medio de una crisis como la actual, parece fuera de lugar. Como pareciera fuera de lugar hablar de la paz cuando un país está en guerra. Pero siempre hay que hablar de la paz. Y siempre tenemos que tratar de mejorar nuestras instituciones, por una razón muy simple. Si las instituciones funcionaran adecuadamente, por ejemplo los órganos de control, los gobiernos serían más honestos y más eficientes.

 

En Salta las deficientes instituciones, especialmente la electoral y los medios de instrumentarla, permiten un gobernador y un presidente de la Corte de Justicia superpoderosos. La revocatoria de mandatos, sólo podrá aplicarse en Salta cuando su necesidad se haga carne en todos nosotros.

 

Los que maman de la dulce leche del Estado no deben preocuparse. Ésta no es el comienzo de una movida para destituir a GUSTAVO PRIMERO, sino un título gancho para que conozcan una institución muy útil en otras naciones, en otras provincias y en muchos municipios: EL REFERÉNDUM REVOCATORIO DE MANDATOS.

 

La base de sustento es simple. Quiénes eligen para que los representen, para ser su mandatario, tienen el derecho de revocar este mandato, por causas vinculadas a su mal desempeño.

 

Para mostrar cómo funciona, voy a utilizar la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por lejos la más participativa y la que afianza los principios republicanos.

La revocatoria la puede comenzar cualquier ciudadano, pero necesita lograr el apoyo de por lo menos el 20 por ciento del padrón electoral. El pedido de destitución alcanza a cualquier funcionario o legislador elegido por el voto popular. Se identifica a quién o a quiénes se intenta destituir, se exponen las razones, el Tribunal Superior constata que se cumplieron los requisitos y convoca a referéndum revocatorio de mandato dentro de los noventa días. Si la votación a favor de la destitución supera el cincuenta por ciento del padrón electoral, no del total de votantes, el funcionario queda destituído.

 

Contado así, parece fácil destituir, pero si hacemos números, veremos que es casi una misión imposible. Estimemos el padrón electoral en un millón de personas. Para iniciar el referéndum necesitamos doscientas mil firmas. Si vota el ochenta por ciento, los votos llegan a ochocientos mil. Pero para ganar el referéndum se necesita más del cincuenta por ciento del total del padrón. Es decir que necesitamos quinientos mil votos y uno más. Sobre un millón de empadronados, parece imposible. No se puede pedir revocatoria antes del primer año de gobierno o cuando faltan seis meses para cumplir el mandato. A un gobernante pésimo, es posible destituirlo

 

 Creo que es mejor el sistema del Chaco. Diez por ciento del padrón y más del cincuenta por ciento de los votos emitidos desplazan al funcionario.

 

En 2005 gobernaba la CABA  Aníbal Ibarra. Cuando se produjo el conmocionante incendio del lugar de eventos República del Cromañón, con muchísimos muertos, se imputó a Ibarra negligencia en las tareas de prevención. Se convocó a una revocatoria de mandatos, que fue apoyada por el propio Ibarra y no se logró el mínimo del 20% del padrón. Pero simultáneamente, se promovió un juicio político contra Ibarra, que concluyó con su destitución.

 

Esta revocatoria se origina desde abajo hacia arriba, por lo que le llaman revocatoria vertical. Pero existe otra revocatoria posible, la denominada horizontal, que puede originarse en el órgano Ejecutivo contra legisladores, o de legisladores en contra del Ejecutivo.

 

Se realizaron diversas tentativas de destitución del gobernador, pues la Constitución Nacional no permite la revocatoria del mandato presidencial, pero ninguna prosperó. En muchos casos por mandato judicial, que impidió proseguir con el trámite, y en otros por rechazo del voto popular contra la destitución.

 

Pero la revocatoria es posible, en muchas provincias, a nivel municipal. Y es allí donde en una sola oportunidad la revocatoria de mandatos peticionada por el pueblo, provocó la destitución de un intendente.

 

A nivel municipal hay muchos antecedentes de Intendentes que lograron expulsar a concejales, en algunos casos por pasarse de bando, en otras por obstaculizar la gestión municipal o por inacción por no otorgar quorum.

 

Expulsar a un panqueque que cambió de bando, me parece excepcional, pues se convirtió en una práctica habitual, que desnaturaliza la democracia.

 

Si hubiese existido a nivel nacional la revocatoria de mandatos, las muertes, heridos y detenidos por la revuelta contra de la Rúa, no hubiesen sido necesarios.

 

Y en el caso de un hombre prominente como Illia, donde se registraron los mejores índices socioeconómicos de la historia, las innumerables huelgas y la ridiculización del presidente, fomentaron el golpe militar. Si hubiese existido la revocatoria de mandatos, ni las huelgas ni el golpe hubiesen sido necesarios.

 

En nuestra Salta, en medio de muchas falencias, resalta el incumplimiento de la obligación de todos los órganos del Estado de difundir los números de su gestión, a pesar de que Salta está adherida a la ley nacional de información pública. Y nunca los conoceremos. Jamás podremos conocer cuánto ganan los funcionarios, y los directivos de las empresas públicas, pues la Corte de Justicia tampoco quiere dar a conocer cuánto ganan. Por consiguiente, cualquier acción tendiente a obtener información pública está condenada al fracaso pues nuestra Corte, sino da conocer sus propios números, tampoco autorizará los de los demás órganos estatales. La democracia está aplazada en Salta. Pero si la revocatoria de mandatos fuese posible, los funcionarios se cuidarían y los salteños conoceríamos todo lo que se mantiene oculto.

 

Hay principios de la Constitución Nacional y Provincial que no se cumplen. Por ejemplo, la igualdad política del hombre y la mujer. En la mayoría de los departamentos nunca fue senadora una mujer. Y en los otros casos, muchas veces fueron senadoras por el vínculo familiar con el caudillo zonal. No me cansaré de repetir que en este momento tenemos 22 senadores y una sola mujer.

 

Otra anomalía es que menos del ocho por ciento de la población tiene doce senadores y el 92 por ciento restante solo once. Podemos concluir que una ínfima minoría de salteños decide por la totalidad, entre otras materias, la de imposibilitar una reforma constitucional que modifique esta situación.

 

Esto se soluciona con un referéndum de convocatoria a Convención constituyente, señalando inclusive el temario y fecha. Tanto la revocatoria como el referéndum para convocar a la reforma de la constitución, deben ser independientes.

 

Pero las dos instituciones a las que me he referido solo pueden instalarse mediante una reforma constitucional, que no se logrará pues el sistema electoral beneficia al gobernador, otorgándole mayorías ficticias.

 

La única vía que nos queda es apoyar a quiénes nos prometan volver a la república.

En setiembre se define en Chile la aprobación de la reforma constitucional propuesta por la Convención Constituyente, mediante un referéndum que aprueba o desaprueba lo resuelto por la Convención.

 

Entre nosotros, lo que resuelven los constituyentes se cumple. En Chile lo aprueba con posterioridad todo el electorado. En otra columna contaré cómo se gestó la reforma. Cómo se aprobó el llamado a constituyente mediante referéndum, como se logró la igualdad absoluta de representantes, 77 hombres y 76 mujeres y cómo ganaron candidatos que se presentaron por fuera de los partidos políticos.

 

En este momento oscuro de la historia institucional de Argentina, donde se descree de las instituciones y en especial de los partidos políticos, la experiencia chilena nos ayudará encontrar el camino.