¿De qué hablamos cuando hablamos de lucha de actividad sindical?

Creemos que el espíritu de lucha nos viene como la lluvia o que tiene una referencia histórica que justifica su adquisición y colectiviza el empoderamiento? Nada se mueve al azar. Apelamos a la historia, nos referenciarnos en ella, con ella, como una móvil cordillera que contiene, además de los accidentes geográficos (cuchillas de montañas-enmarañadas selvas) que opuestas al invasor, nos traen el indispensable coraje de los paisanos y la conducción esencial –no única- de Martín Miguel de Güemes, alumbrando el nacimiento de nuestra libertad.

 

Debimos desguazar nuestra historia provincial parte por parte y reescribirla; sortear los paradigmas escritos desde el puerto y vindicar nuestros propios sucesos y nuestros protagonistas. Mientras Mitre establece los criterios de ingreso a la galería de las celebridades argentinas, Sarmiento hace lo suyo al instalar el esquema civilización y barbarie como paradigma de interpretación.

 

“El móvil será pues rehacer la historia valorizando el espacio de las provincias como reservorio de elementos simbólicos de una nueva mitología para el consenso. En consecuencia, los caudillos asumirán el lugar de reflejos políticos del espacio de la Argentina no portuaria, asociados a la posesión de carisma, autoridad y el rol de protección de las masas rurales, símbolos de los valores culturales”.

 

Si bien históricamente se suele situar como los primeros antecedentes de organizaciones del trabajo las creadas durante el período colonial, cabe señalar que los gremios eran, en ese entonces, corporaciones de oficios portadores de la rémora de la Edad Media, los cuales, además de organizaciones de artesanos, tenían también un cierto carácter religioso, ya que la Iglesia jugaba un papel dominante en todas las manifestaciones de la vida social. Podemos incluir aquí a los plateros, que constituyeron un gremio de considerable gravitación, íntimamente relacionado con la economía de la Colonia (extracción de metales de las minas de Bolivia y Perú). O los artesanos dedicados a la confección de zapatos, ligados a la industria del cuero –una de las principales actividades del Río de la Plata- forman también una asociación a fines del siglo XVIII. 

 

En 1857 se funda la Asociación Tipográfica Bonaerense y también la Sociedad de Zapateros San Crispín, aunque estas organizaciones contaban con un carácter mutual más que estrictamente sindical. Es recién en 1877 cuando se constituyó la primera estructura sindical con carácter moderno: la Unión Tipográfica Bonaerense que realizó, al año siguiente, una huelga por la reducción de salarios que afectaba a sus afiliados. El triunfo de este hecho de fuerza marcó la celebración del primer convenio colectivo que se conoce en la Argentina. La creación del Sindicato de Comercio en 1881, la Sociedad Obrera de Albañilesla Unión Obrera de Sastres en 1882 o La Fraternidad en 1887), agrupando a conductores y foguistas ferroviarios, señalaron, junto a otras estructuras sindicales, la voluntad organizativa de la clase trabajadora de la zona portuaria de nuestro país.

 

Pero ahora es mi intención recrear otra institución que si bien reconoce su origen en el seno militar, es transformada por Martín Miguel de Güemes para la protección de la vida e integridad de los paisanos (gauchos) levantados en armas, quienes llevaron adelante la exitosa lucha de guerrillas.

Primer hito: El “Fuero Gaucho”

 

Por ello cobra especial relevancia un antecedente que se registra en las entrañas mismas donde nace nuestra patria y que, al calor del movimiento revolucionario, permite en 1810 al Cabildo de Salta y la Junta de Gobierno iniciar el reclutamiento para el ejército y la incorporación de nuevos hombres a las Milicias. De igual modo estancieros y hacendados que apoyaban el movimiento revolucionario organizaron y sostuvieron nuevos cuerpos milicianos iniciando así en la experiencia militar a parte de la población. El Fuero militar los comprendía, protegiéndolos. La estrategia desplegada en el ataque por sorpresa y el hostigamiento constante al enemigo incorporaría de manera definitiva y por varios años al territorio salto-jujeño a la guerrilla que tenía lugar en el Alto Perú. Su éxito fue contundente sostenido por la progresiva movilización rural, especialmente del Valle de Lerma.

 

Reclutar a los paisanos para que participaran en las luchas por la liberación resultó indispensable. Y para que las luchas tuvieran continuidad o fueran posibles, había que garantizar condiciones de indemnidad en su incorporación y permanencia. En un primer momento “La implementación de las Milicias Regladas en 1805 incorporó a parte de la población masculina, que a partir de ese momento comenzó a gozar del “fuero militar”, inaugurando así nuevos espacios de negociación política no sólo entre los funcionarios coloniales y los jefes de las milicias sino también entre los milicianos y sus patrones cuando estos no formaban parte de la oficialidad”.

 

La movilización rural de la campaña salteña que participó en la guerra contra las fuerzas realistas a partir de 1810 proporciona posibilidades de estudiar un proceso sumamente interesante y de una gran complejidad.

 

Acudo a dos destacadas escritoras como fuentes históricas inspiradoras de este trabajo: Andrea Villagrán “Un héroe múltiple”-Güemes y la apropiación social del pasado en Salta, (EUNSa-Editorial de la Universidad Nacional de Salta) y “Movilización rural y liderazgos-Salta en la guerra de la Independencia” de la historiadora salteña Sara Mata, Conicet-unas.

 

Una vuelta de tuerca la logra el talento de Güemes; que consigue ampliar la protección del fuero militar a sus paisanos que a partir de 1.814 incorpora llamándoseles “gauchos”.

 

Esta protección le hemos asignado la denominación “fuero gaucho”, nombre entrañable con el que viene a mi conocimiento esta prerrogativa y, analizando sus alcances, resignifica como primer germen de sindicalización o lucha sindical en Salta, consagrando a Güemes como precursor de la liberación de las relaciones de semiservidumbre.

 

El número de milicianos se incrementó en una proporción de 1 a 4 en la jurisdicción de la ciudad de Salta en poco más de una década y fue claramente superior que la verificada en la jurisdicción de la ciudad desde Jujuy a Orán al concretar prácticamente el 75% de los hombres movilizados de la provincia. Resulta también curioso comprobar que fue en el valle de Lerma donde la movilización rural alcanzó mayores proporciones. Un informe que en 1818 Güemes elevara a Manuel Belgrano da cuenta que los 15 escuadrones gauchos  que existían en la provincia de Salta estaban integrados por 4.888 hombres.

 

¿Cuáles fueron las razones de esta insurrección en el valle de Lerma?

 

Se han ensayado varias interpretaciones, entre ellas el deseo de libertad y el amor a la Patria que como sostenía Güemes los abrazaba. También se otorgó a los propietarios el ascendiente para movilizarlos, atribuyendo  de este modo los méritos de la defensa de la Revolución a la élite salteña.

 

“La indisciplina social a la que diera lugar la lucha contra los realistas se hizo evidente en 1814. Al otorgarles el “fuero militar” y al interponerse para su defensa ante los oficiales del ejército porteño, Güemes capitalizó esa indisciplina.

 

¿Que significaba o mejor qué representaba ese fuero gaucho, esta protección?

 

“Los Paisanos o "gauchos" reclamaron entre otros derechos, el de acceder a la tierra sin pagar arriendos o la protección de sus pequeñas propiedades especialmente en el valle de Lerma donde la tensión entre los ganaderos e invernadores de mulas y los pequeños productores era muy marcada a fines de la colonia y donde el número de arrenderos y agregados o simplemente de hombres o familias instaladas sin autorización en las tierras de las estancias se había incrementado como consecuencia del crecimiento de la población rural empujado por una inmigración procedente de las provincias altoperuanas.

 

La insurrección expresó al menos en el valle de Lerma motivaciones de índole colectiva que cuestionaron el derecho de propiedad.

 

“No sólo dejaron de pagar los arriendos y de prestar servicios personales, sino que también se instalaron en las tierras sin autorización de los propietarios.

 

Güemes, a pesar de no pertenecer a las familias más poderosas de Salta -tanto en términos políticos como económicos- contaba con importantes vinculaciones a nivel local y en Buenos Aires, donde había continuado su carrera militar en años previos a la Revolución, incorporándose en 1810 con el grado de Teniente al Ejército Auxiliar del Perú. En 1814 adquirió protagonismo como jefe de La Vanguardia del Ejército verificándose su creciente liderazgo ante las milicias locales. “Se convierte en el referente político y militar de Salta, siendo designado Gobernador de la Provincia; luego decide organizar las Milicias Provinciales desobedeciendo las órdenes impartidas por las autoridades porteñas.

 

Luego de su designación como Gobernador, la protección brindada a los gauchos ya no fue tan solo frente a los jefes del ejército de Buenos Aires, sino la misma se extendió ante los comerciantes, estancieros y hacendados y posibilitó beneficios de distinta índole: ser escuchados al reclamar por derechos de tierras, no entregar ganados al ejército, eludir la justicia ordinaria.

 

“Dispensó favores tales como otorgar la libertad de los esclavos que integraban en calidad de gauchos las milicias, ordenar pagos y reconocimientos de deudas a quiénes por su condición de gauchos lo solicitaran.

 

“El poder de Güemes para proteger a sus gauchos se encontraba mediado por numerosos jefes locales, quienes (como capitanes y sargentos), jugaron un papel fundamental en la movilización de los escuadrones gauchos, logrando la incorporación de los campesinos a las milicias. Expresaban también los valores y solidaridades propias de su comunidad y en sus argumentaciones apelaron permanentemente a la patria que otorgaba sentido a la lucha.

 

“No es extraño entonces que siempre se atribuyera al Patriotismo la razón por la cual estos hombres luchaban contra la opresión española. Su lucha por la Patria significó para ellos la posibilidad de reclamar por aquello que consideraban les correspondía, es decir no pagar los arriendos, no prestar servicios al patrón y no abonar los aranceles eclesiásticos.

 

“Pero también significaba Libertad para elegir sus representantes y para negociar su adhesión.

 

Güemes flexibiliza las leyes del Conchabo que, relacionadas con el control de los “vagos” y la sujeción de los peones a la finca y al patrón, impedían la libre circulación de los trabajadores. Las formas de semiservidumbre de la época se sintetizaban por la represión a “vagos y malentretenidos”, la libreta de conchabo y la amenaza de la leva militar; todos sistematizados, más tarde, por el Código Rural de 1865. El conchabo es la institución servil fundamental que permite la fijación del trabajador al patrón, reglamentado sucesivamente por distintas normas. Esta se ejerce tanto en la finca como en las casonas de residencia urbana de las elites.

 

El conjunto de estas prescripciones –ya analizadas- que modifica Güemes, se conocen como “Fuero Gaucho” que dotaba a los gauchos de la protección del fuero militar en forma permanente, al ser combatientes del Ejército patriota y no por las leyes de conchabo. Esto implicaba: la excepción del pago de arriendo a los dueños de la tierra y la ausencia de cumplimiento con la “obligación” (trabajo gratuito para el patrón).

 

Para hacer efectiva esta protección, Güemes instrumenta un sistema de registro de los gauchos para diferenciarlos de los “vagos”. Los vagos y los gauchos podían ser puestos en prisión y al servicio del patrón; debían conchabarse, caso contrario, eran estaqueados, azotados y se los mortificaba  en ejecuciones públicas.

 

A diferencia de la violencia ejercida por los líderes pampeanos sobre los gauchos, en Salta, Güemes los exime y los libera del yugo de los patrones.

 

El gran jefe había ordenado “que ningún combatiente miliciano, por el hecho de serlo, pagara tributo a sus patrones o brindara servicios personales, aún cuando no estuvieran en servicio”. El 11 de abril de 1818, harto de “todos los que se interesan en el desorden, y desunión que los valientes Gauchos, a costa de su sangre, han defendido con heroicidad la gran causa de nuestra independencia”, escribe el auto y manda que “todos los gauchos alistados en los respectivos Escuadrones y la tropa no sólo gozan y eternamente han de gozar del fuero militar…”. 

 

Güemes fue mandado a asesinar en junio de 1821 por la propia oligarquía asociada con los españoles. Una de las causas de este magnicidio fue elFuero Gaucho” y el no pago de tributos que incidía directamente sobre los intereses económicos basados en la sobreexplotación.

 

El segundo hito que intenta romper con esta institución de semiservidumbre, es la Ley Güemes que, inspirada en el “Fuero Gaucho”, toma de allí su nombre. Presentada a las Cámaras el 20 de febrero de 1.920      -fecha del centenario del triunfo de la batalla anticolonial que tiene lugar en Salta- por el poeta y gobernador Joaquín Castellanos (1919-1921). Antes el gobernador había constatado -a través de una Comisión- la situación de explotación y semiservidumbre, sobre todo de los trabajadores rurales. La ley propone eliminar el conchabo y el comedimiento, el pago en vales o especies, fijando 8 horas de trabajo, entre otras medidas que fijaban derechos laborales. 

 

El tercer hito es el Estatuto del Peón rural, legislado en 1944 durante la presidencia de Farrel a instancias de Perón, que era Ministro de Trabajo. Establece, a nivel nacional por decreto 28.169/44 -entre otros beneficios- un salario mínimo, condiciones mínimas de alimentación y de vivienda y se precisan también las obligaciones de las partes en materia de horarios de trabajo, indemnizaciones por despido y asistencia médica, estableciendo también la obligatoriedad del descanso dominical y de las vacaciones pagas, prohibiendo toda forma de trabajo obligatorio y de sujeción del trabajador al empleador.

 

Se hizo efectiva la ruptura de estas relaciones -que todavía existían en las zonas rurales-, con la creación de las Delegaciones del Ministerio de Trabajo de la Nación en todo el país, que inspeccionaban su cumplimiento.

 

Es interesante señalar la línea de influencia que tuvo el Estatuto del Peón con el “Fuero Gaucho” promulgado por Güemes en Salta. Según Caro Figueroa, el Estatuto del Peón fue una idea sugerida a Perón por Arturo Jauretche, quien le detalló sus experiencias en las provincias del norte, que recogían los antecedentes que sobre el Fuero Gaucho le había transmitido el doctor Luis Güemes.

 

En 2009 la Presidenta Cristina Fernandez sanciona la ley 26.727 de Trabajo Agrario. Después de recorrer un largo e interminable camino –en nuestro caso de 195 años-, podemos decir que recién ahora nuestras trabajadoras y trabajadores rurales han equiparado sus derechos a las y los trabajadores de la ley 20.744.

 

(*) Susana Aramayo

Abogada feminista

DDHH y CGT Regional Salta