Es bien conocido el refrán campestre que dice que “Hay que pegarle al chancho, para que aparezca el dueño” pero no conocíamos el que sentencia lo contrario; “Hay que pegarle al dueño para que aparezca el chancho”.

 

Esto es lo que ocurrió con el reciente proyecto de persecución a los evasores fiscales que fugaron su evasión. Apenas apareció el papel en el Senado, con la firma de Legisladores del Frente de Todos, la oposición vio que sus amos podían tener que pagar sus delitos con la “víscera más sensible” y salieron a chillar como marranos.

 

Es cierto que el proyecto se superpone a varias leyes contra el lavado de activos que evidentemente necesitan algún tipo de actualización y voluntad para que funcionen, pero lo particular de esta propuesta es que, retomando el discurso de la Vicepresidenta del 10 de diciembre en la Plaza de Mayo, propone que se cree un fondo específico para atender al FMI.

 

Esta propuesta tiene un alto grado de justicia desde su enunciado porque después del blanqueo de privilegio que “decretó” Mauricio para sus familiares, debemos suponer que las cuentas quedaron en cero. En aquel momento recuerdo que la imposición prevista era del 8%, quien declaró entonces, hoy tiene lo “suyo” está “protegido” por ese blanqueo.

 

Esta iniciativa concurre entonces a buscar los evasores de los últimos años, aquellos que presumiblemente se hayan beneficiado de la provisión de dólares del FMI para fugarlos.

 

Claro que no va a ser solo eso. Si antes no lo declaraste y te los encuentro, ponete también con el 20%.

 

Claramente los afectados por esta propuesta son parte de aquellos que desfilaron por el Congreso pidiendo a los gritos que se firme el convenio con el FMI. Ahora un sector importante de la política nacional le solicita, a ese mismo FMI, que por una vez colabore, no solo aflojando los requerimientos, sino enmendando su propio error, aquel que facilitó la fuga.

 

Se trata entonces de un proyecto de Ley que tiene un fin, atrapar a aquellos que le robaron al pueblo los impuestos que después tenemos que subir porque no nos alcanzan. Como van a alcanzar si antes de percibirlos nos los robaron.

 

Tendríamos que ver si el problema de la Argentina es que los impuestos son altos, o que la evasión y fuga es enorme. Y allí volvemos a la sabiduría campestre; “Que es primero, el huevo o la gallina”. Por una vez probemos con los huevos.