A la luz de lo que sucedió hoy en la Legislatura Nacional, donde los diputados de la oposición se levantaron ofendiendo nuevamente al Pueblo, porque el Presidente de la Nación recordó cuánto nos había endeudado el liberalismo de Cambiemos, parece que hablar de tregua es un poco mucho.

Pero es cierto que estos últimos días la pirotecnia nacional bajó un poco su tomo.

 

Interesante ver cómo, desde el 28 de enero, cuando Alberto Fernández informó de la llegada a un acuerdo con el FMI para refinanciar los 44.500 millones de dólares que solicitó Mauricio Macri para pagarle a sus amigos financistas, cómo él confesara ante la televisión, desde esa fecha la derecha hundió el periscopio de sus submarinos y dejó que el oficialismo se peleara solo.

 

Máximo, coherente, procedió a renunciar a la presidencia del bloque oficialista.

 

Arriesgo una idea: En primer lugar, hay que entender que Máximo Kirchner no podía, después de fuertes cruces con los amigos del acuerdo con el FMI, tomar el proyecto con la mano izquierda, pasárselo por detrás de la espalda como una faja de Campazzo y comenzar a defenderlo como si nada. Existe una cuestión de orgullo y decoro que yo por lo menos le agradezco.

 

Segundo lugar, tenemos que entender que la oposición al acuerdo, dentro de la fuerza gobernante, es mucho más que el “kirchnerismo”. Desde todos los costados, el acuerdo era torpedeado, tanto por lo impagable del acuerdo resultante, de la posible legitimación del trámite trucho de Macri, como de la posible desvinculación del equipo de Cambiemos de la estafa multimillonaria que nos hicieron. Estas y otras observaciones comenzaron a generar un descontento que se suma a la frustración por las decisiones que la militancia dice que llevaron a la derrota del 2021. El riesgo estratégico de cierta tendencia centrífuga, que dispersara más aun las fuerzas propias, tiene que haber pesado en la decisión del hijo de Néstor y entonces salió a hacer “control de daños”.

 

Para colmo, aparece Soberanxs, quienes, con una posición técnicamente sólida, cuestionan el acuerdo y ofrece alternativas para este y otros desafíos de la Nación.

 

Sobre llovido bombardeado, Ucrania vino a ocupar la mayor parte de los titulares, centímetros, minutos y bits de los diferentes medios. Medios a los que la sangre siempre les resulta provechosa.

 

Los compadres se topan, las comadres se encuentran, los diablos se desentierran y durante este tiempo en el que todo vale, bajo el talco que es de harina, la nieve de espuma en lata, los brillantes de mostacillas, los políticos pudieron disfrazarse de estadistas y en un “pujllay” (danza de carnaval) ridículo, dejar sus bancas vacías con una banderita azul y amarilla, decorando al Congreso con las guirnaldas de las comparsas en Purmamarca, Maimará y Tilcara.

 

Por suerte el “Diablo” desenterrado en la “Apacheta del Congreso” ya vuelve a dormir su siesta hasta el próximo año.