Siempre proclamó el voto universal. A los 26 años fue presidente de la Cámara de Diputados de Buenos Aires. Posteriormente fue a luchar al lado del Perú, en la guerra del Pacífico contra Chile, donde combatió con heroísmo, a punto tal que la principal avenida del Callao, lleva su nombre. Salvó su vida milagrosamente. Cuando regresó a Argentina, entre otros muchos cargos, fue Ministro de Relaciones Exteriores.

 

Fue elegido presidente en 1910 y Falleció en 1914. Impulsó la ley que lleva su nombre, que instituyó el voto universal, secreto y obligatorio. Dos salteños son parte de este cambio revolucionario.  Victorino de la Plaza, cacheño, vicepresidente y luego presidente desde 1914 a 1916 e Indalecio Gómez, de Molinos, Ministro del Interior.

 

 Antes de la ley, se votaba verbalmente. Se lo llamaba el voto cantado. El elector decía por quién votaba. Eso les permitía a los patrones de estancia y a las grandes corporaciones, controlar el voto de sus empleados. Si votaba en contra de sus instrucciones, lo despedía. Además. el padrón electoral excluía a las mujeres y a los más pobres.

 

El voto universal incluyó a todos los hombres de más de 18 años en el padrón electoral.

 

El secreto del voto permitió que los más humildes votasen por su preferencia. Y la obligatoriedad fue el motor de una mayor participación en política.

 

Yo agrego el voto igualitario, pues desde 1916, que ganó Irigoyen, el voto del más rico de Argentina vale igual que el voto del más pobre. Hoy los ricos son más ricos y aumenta el número de pobres.

 

La gran pregunta es ¿por qué gobiernan los ricos si los pobres son infinitamente más?

 

En la Grecia antigua, que se la conoce como cuna de la democracia, solo votaban los notables. No los más pobres ni las mujeres. Llegar al voto como lo conocemos, costó sangre, torturas, cárcel y destierro. En Argentina votó la mujer por primera vez en 1952, debido a una gestión fructífera de Evita, culminando así los esfuerzos de muchas mujeres antes que ella.

 

El 25 de Mayo de 1810 votaron los notables y ninguna mujer. Lo mismo ocurrió el 9 de Julio de 1816.

 

Nuestro bienestar, y el de los verdaderos dueños de La Tierra, que aún no nacieron, depende de nosotros mismos. Del voto y de la organización que nos permita elegir, rompiendo con la mecánica del voto no pensado.

 

Salta, agosto de 2025