La renuncia de los hermanos Daer a sus cargos históricos en ATSA y STIA, junto con la apertura a nuevas figuras en la CGT y movimientos de renovación en otros sectores, marca un punto de inflexión en el sindicalismo argentino. La renovación generacional y la formación de nuevos cuadros emergen como ejes de una transición que busca responder a las demandas de un contexto en transformación. En Salta no es ajeno estos cambios que permite esperar, con optimismo, una fuerte renovación dirigencial con nuevas figuras de dirigentes jóvenes y una mayor participación de mujeres sindicalistas.

 

Al igual que en todas las instituciones de la Argentina, el sindicalismo argentino atraviesa un momento de inflexión. Lo vemos, por su caso a nivel nacional, los gestos de Héctor y Rodolfo Daer, dos figuras de peso en la Confederación General del Trabajo (CGT), al renunciar a sus roles históricos en sus respectivos sindicatos, lo que señala, sin lugar a dudas, un cambio de época. Héctor, de 63 años, anunció que no buscará una nueva reelección en la CGT, donde fue co-titular durante nueve años, ni continuará como secretario general de la filial Buenos Aires de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina (ATSA), cargo que ocupó por 24 años.

 

Por su parte, Rodolfo, de 74 años, también dejará la secretaría general de la filial Buenos Aires del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA), que condujo durante décadas, cediendo su lugar a Sergio Escalante, actual secretario adjunto, que encabezará la lista oficialista en las elecciones de septiembre.

 

Creemos que estos movimientos no son aislados. Representan un reconocimiento tácito de la necesidad de renovación en un movimiento sindical. Lo piden los nuevos tiempos. Los hermanos Daer, ambos líderes de la CGT en distintas etapas entre 1996 y 2016, han sido figuras centrales en el ruedo sindical y político. Héctor, en particular, se retira como el líder más fuerte del triunvirato cegetista, destacándose por su formación y peso político. Su decisión, junto con la de Rodolfo, es un gesto que abre la puerta a nuevas generaciones.

 

En Salta

 

En el caso de Salta, luego de un proceso de reorganización institucional de la alicaída CGT Regional local, mediante una mayor participación de las distintas organizaciones en las políticas y acciones de acompañamiento a todos los trabajadores en la defensa de los sus derechos, fue creando nuevos espacios de participación y con más roles activos en la conducción de la Seccional, sin dudas que va por el mismo camino de recambios, no sólo de nuevos dirigentes, sino en llevar nuevos proyectos que permita que el movimiento obrero organizado de Salta, con una mayor apertura y consenso en el mundo del trabajo y la producción, asuma el rol protagonista de desarrollo y crecimiento de las potencialidades, naturales y de recursos humanos.

 

No es nada fácil el cambio en tiempos difíciles

 

La transición en el sindicalismo no se limita a los cambios en que se puedan realizar en cada sindicato en particular; ni tampoco en la próxima elección de la CGT nacional en noviembre próximo. Sino hay que buscar figuras que sean capaces de llevar adelante con criterio y razonabilidad, un proyecto de provincia y de nación, donde los trabajadores no deben ser parte de un estado confrontativo, para defender los derechos de los trabajadores, sino ser parte de una política de consenso y diálogo permanente para construir juntos, entre capital y trabajo, el espacio para el futuro, sustentable y posible.

 

Desde la CGT Salta se dio muestra de que esos es posible, toda vez que, a pesar de que podría existir diferencia en la forma de llevar adelante ciertos proyectos de desarrollo y crecimiento de la provincia, presente su aporto, con un documento de 12 puntos, donde se plasmaba un proyecto de provincia y país, donde los trabajadores deben ser los verdaderos protagonistas del presente y futuro de la provincia, con inclusión de todos los sectores de la comunidad.

 

Renovación en otros sectores

 

Este impulso renovador no se circunscribe solamente a la CGT. También debe darse en otros sectores e instituciones de nuestra sociedad. Debe darse en el ámbito de los partidos políticos, en el sector empresarial, financiera y demás sectores sociales, culturales y deportivos. Y esta renovación no solo se debe dar en el cambio de nombres o figuritas, sino en la mirada más inclusiva de una sociedad que quiere y necesita ser parte de la construcción de su propio futuro. Entonces la renovación no significa la aparición de nuevos mesías, sino de liderazgos que sintetice la voluntad de la mayoría, y sepa llevar adelante una conducción en base al mandato de la mayoría de los afiliados, de sus socios o, en definitiva, de la sociedad, la provincia y el país.

 

Estamos en un proceso de cambios, por lo que es imperio de la hora llevar adelante, con firmeza este proceso de renovación, consolidando una nueva generación de dirigentes en cada sector.

 

En el caso en particular del sindicalismo, históricamente fue un actor central en la política y la economía del país. Y es por eso que el desafío será enfrentar el desafío de adaptarse a un mundo laboral en transformación. Las demandas de los trabajadores, marcadas por la precarización, la digitalización y las nuevas formas de empleo, exigen una conducción que combine experiencia con frescura. La renovación no es solo una cuestión de nombres, sino de perspectivas: se trata de construir un sindicalismo que dialogue con las generaciones jóvenes y que responda a las expectativas de una sociedad que reclama mayor representatividad y dinamismo.

 

Sin dudas que esto promete un escenario con debates intensos y una reconfiguración de fuerzas. Sin embargo, más allá de los resultados, el mensaje está claro: el sindicalismo argentino está dispuesto a renovarse, a formar nuevos liderazgos y a proyectarse hacia el futuro. En un contexto de incertidumbre, la apuesta parece ser la renovación.