Hace 85 años, el enjundioso filósofo español Ortega y Gasset, conociendo el potencial argentino no utilizado o mal utilizado, nos exhortó con el título de esta nota. Su prédica es actual.
Nos encontramos ante un nicho, un espacio vacío en la política argentina, constituido por más del cincuenta por ciento del electorado, que no concurre a votar, o lo hace en blanco o lo anula. Es evidente que a ese sector de la comunidad no lo convence ni el gobierno de turno, ni los K, ni los radicales, ni la izquierda, con sus dirigentes envejecidos y con sus ideas decimonónicas.
Ese vacío debe ser llenado con una nueva dirigencia, que nos garantice honestidad y eficiencia. Al estilo presidente Illia.
Los partidos políticos han fenecido y son los únicos que, constitucionalmente, pueden presentar candidaturas. Los K son un conglomerado unido a Cristina. El peronismo actual es una franquicia, inútil, del peronismo de los planes quinquenales. En casi todas las provincias hay un caudillo que monopoliza la política. O como en el caso de Salta, es una corporación que incluye a los tres poderes y a la subyugada Auditoría.
Necesitamos una nueva estrella polar que nos permita articular una política de defensa, que incluya el territorio y los mares argentinos, sometidos a la pesca depredadora e ilegal.
Una política exterior que represente la voluntad de los argentinos, y no, como en nuestro caso, que solo es el voluntarismo erróneo de nuestro presidente.
Necesitamos una educación, en todos los niveles, adecuado a la Inteligencia Artificial y a los cambios tecnológicos que suceden velozmente, que nos permita insertarnos en un mundo donde el ascenso social sea posible. Donde el conocimiento nos permita crecer en todo sentido. Tenemos ejemplos propios en los cambios en la agricultura, copiados en el mundo. Y empresas de tecnología como la que tiene docenas de microsatélites rondando el mundo y proporcionando información valiosa. Tenemos el Balseiro. Inventamos un reactor nuclear, el CAREM, que está a la vanguardia. Empresas nuevas que ya valen miles de millones de dólares.
Nuestra ventaja es que no empezamos de cero. Tenemos el ejemplo de Houssay, Leloir. Milstein y Favaloro. Tenemos buenas universidades, pero también las que se crearon por razones políticas y no educativas.
En lo que debemos empezar de cero, es con nuestra dirigencia política, que gobierna pensando en lograr votos, olvidando que los dueños todavía no nacieron Que no nos garantiza honestidad. Que hambrea y no garantiza trabajo a millones de argentinos, cuando fuimos el granero del mundo y, aún hoy, somos importantes. Que nos brinda una educación pública que atrasa, cuando fuimos el faro educativo de América del Sur.
Milei, como logro, ha desnudado la política de gobernar emitiendo billetes, generando inflación.
Si creemos que la democracia es la forma de gobierno que nos garantiza nuestros derechos, debemos trabajar, juntos, unidos, para mantenerla y mejorarla. Hay una tendencia en el mundo que busca salvadores individuales, como ocurre con Bukele, en El Salvador, que modificó la constitución para ser reelegido y logró el 87 por ciento de los votos.
Nadie cree en nuestra justicia. Mucho menos en Salta. Debemos encontrar un sistema, como en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde el que gobierna no participa en la elección de los magistrados, salvo en la Corte de Justicia. En Salta debemos volver al Tribunal de Cuentas, que vigilaba desde el primer momento de las licitaciones y no como ahora que comienza cuando la licitación está adjudicada y terminada.
Debemos volver al sabio antecedente constitucional de Salta, de un solo mandato para el Ejecutivo y luego poder ser reelegido pasando un período.
Los cambios citados a vuelo de pájaro, deben ser más profundos y con participación comunitaria.
Volvamos atrás y nos ejemplifiquemos en San Martín, Belgrano y Güemes. Necesitamos nuevos dirigentes para imitarlos.
Que Dios ayude nuestro esfuerzo.
Salta, Agosto de 2025