A diferencia del 2015, cuando el candidato a Presidente era Mauricio Macri y tenían que esconder lo que harían si llegaban al poder, ahora perciben que algo cambió en el votante y no se esconden más. Se animan a decir lo que sea.

Pero parece que no es que el pueblo se haya volcado tan a la derecha como parecen sugerir sus propuestas sino más bien a otros factores que juegan en la opción de votar en las PASO.

 

Eso es el reflejo de un par de cosas. Existe hartazgo económico en la población después de 8 años de caída de sus ingresos, también existe cierto nivel de frustración viendo que sus decisiones electorales del pasado no dieron buenos resultados y por último la repetición de discursos y sobre todo de caras, nos entrega un escenario de cosa repetida. Un deja vú político que agota.

 

Las cadenas que Cambiemos entregó, junto con la banda presidencial a Alberto Fernández, me refiero al FMI y otros acreedores, imposibilitó   el proceso de desarrollo programado para estos años de gobierno. Sin embargo, y a pesar de todo, se logró impulsar el crecimiento económico de la industria y la obra pública promueve el empleo en toda la República, bajando el desempleo a mínimos históricos entre un montón de elementos trascendente en educación, salud, derechos de la mujer y el niño, en fin, la lista es larga.

 

Pero no estamos bien. La inflación y la pérdida del poder adquisitivo del salario ha sido constante desde hace al menos 8 años. Y este es el desafío que enfrentamos los argentinos. 

 

El clima económico real, ayudado un poco por los medios nacionales y locales, habilitó a JxC a recuperarse de su pésima gestión y, además, ellos mismos han logrado separar su propio Gobierno de su crítica y entonces, a pesar de ser lo más rancio de lo que llaman “casta”, la critican sin tapujos.

 

Pero lo cierto es que el pueblo no se ha volcado a la derecha. Solo se tomó un respiro para indicar cuáles son sus prioridades y alertar de que pueden llegar mucho más lejos.

 

La explicación de la pandemia, la guerra y la sequía parecen razonables, pero no explican, por si solas, 120% de inflación. Como tampoco la explica el déficit fiscal al que quieren acusar de todos los males. La falta de dólares tampoco alcanza por si sola a justificar estos valores. El carácter oligopólico de la industria nacional acerca explicaciones más plausibles, pero esta concentración es una característica similar en todo el mundo sin que tengan esta inflación. El peso de los impuestos tampoco ayuda a explicar nada de la inflación y tampoco parecen ser relevantes la inversión en planes sociales.

 

Ahora sí, cuando aglutinás todo esto en un contexto de endeudamiento feroz que te genera una necesidad gigante de dólares para pagarle al usurero de última instancia llamado FMI, la cosa se pone muy espesa. Quizás sea un conjunto grande de causas pequeñas y medianas que deberían ser ordenadas por un Estado eficiente, presente, valiente y coherente. Un Estado que quiere ser desarticulado por 2 de las 3 fuerzas principales para entregar las “tierras” de la corona, grano, combustibles y minerales al postor que llegue primero. Que ya está aquí.

 

El pueblo no viró a la derecha, pero habría que preguntarse si la dirigencia está a la altura de presentar un proyecto nacional, que incluya a los niños, al trabajador y todo el resto en un proyecto de crecimiento con distribución. Donde brille la justicia y ésta acepte ser revisada, igual que el resto de los órganos del Estado.

 

Por ahora el pueblo espera propuestas más claras, corajudas y sin excusas de los candidatos de siempre, para ganar en primera vuelta, por arremetida militante.