Cuando observamos el mapa de la República Argentina podemos imaginar una enorme playa que la recorre de Norte a Sur. Una playa que comienza en Formosa y termina en Santa Cruz, acompañando el Río Paraguay, el Río Paraná, el Río de la Plata y la Costa Atlántica bonaerense y patagónica. Son cerca de 5000 km de agua y tierra ininterrumpidos.

Toda esa “playa” se encuentra dentro del territorio argentino, pero no bajo su control. Todo este océano y río es navegable pero no todo está conectado.

 

¿Qué sucede?

 

Hace ahora unos 30 años, el Gobierno de Carlos Saúl Menem privatizó el mantenimiento de la Hidrovía Paraná-Paraguay. No solo privatizó por 25 años, que luego se extendieron a 30 años, el dragado y el balizamiento de los ríos, sino que además le otorgó a esta empresa, una empresa europea, el cobro del peaje de cada barco que utilizaba este curso navegable.

 

En los papeles la soberanía no cambió de manos. No figura escrito, sin embargo, en sentido práctico si sucedió. Si los impuestos o las tasas son percibidos por una empresa internacional o que además tiene capacidad de intervención en todo el mundo, no estará escrito, pero es muy parecido.

 

El acuerdo por la construcción de la Hidrovía tuvo un capítulo de debate internacional alrededor del Puerto de Nueva Palmira, en el Uruguay. Recuerdo, y hoy cobra más relevancia porque entiendo recién su importancia, a un Capitán de Navío de la Armada Argentina retirado que estaba en la comisión Binacional, protestando por cómo la negociación se iba escapando hacia el “norte, desviando el canal principal del Canal Magdalena, por presiones internacionales “extra zona”. Eliminaba el interés de construir una gran terminal portuaria en la costa Atlántica que hubiera cambiado varias cosas. Trabajaba en ELMA, Empresa de Líneas Marítimas Argentinas, y también comenzaba a ver el desguace de su empresa casi desesperado. Fue toda una sola política de debilitamiento del Estado Nación en sus vísceras más sensibles, la del Ingreso Nacional genuino.

 

El Canal Magdalena permitiría unir sin intervalos, al Río Paraná, a través del Río de la Plata con el Océano Atlántico, sin pasar por Uruguay, como hace 30 años sucede.

 

LA OPORTUNIDAD

El vencimiento de la concesión coincide con un Gobierno Peronista y esto nos ilusionaba pensar que volveríamos a contar con nuestro río, con nuestro Canal y nuestra flota naviera de transporte. Que íbamos a necesitar tiempo y financiamiento, pero que al mismo tiempo íbamos a tener crecimiento real y empleo genuino.

 

Soñamos que después del liberalismo extranjerizante, podíamos volver a tener Patria y una mirada latinoamericana.

 

Estamos a tiempo de hacer entender el desafío del momento.

 

Hay que derogar el Decreto 949/2020 e impulsar a una empresa nacional que haga esas tareas. Hay varios proyectos presentados.

 

¡Viva la Patria!