En setiembre, como todos los años, se celebra en Salta, una de las fiestas religiosas más populares y grandes del país. La Fiesta en honor a sus Santos titulares, el SEÑOR y la VIRGEN  del MILAGRO, a la cual concurren no menos de 400 mil fieles y peregrinos que asisten a la procesión, el 15 de setiembre, donde se realiza el PACTO DE FIDELIDAD A LOS SANTOS PATRONOS. Este año, fue distinto. No vimos el fervor clamoroso de los fieles llegando a la Catedral; ni la multitud de peregrinos que con sus bagajes de sueños y esperanzas, sustentada en su inmensa Fe en el Señor y la Virgen del Milagro, renovaban su PACTO DE FIDELIDAD con ellos.

Este año, por imperio de la emergencia sanitaria, a causa del COVID 19, todo ha cambiado.

 

Este año no salieron las imagines de la Catedral, recorriendo las calles de la ciudad rodeadas de esa masa compacta de fieles que  cubrían cuadras y cuadras sin solución de continuidad hasta llegar al monumento 20 de Febrero, donde finalmente renovaban ese Pacto de Fidelidad a los Patrones de Salta, para luego retornar a la Catedral y despedirá las imagines con el saludo de miles de pañuelos blancos, hasta el próximo año.

 

Esta vez no vimos los corralitos privilegiados de los gobernantes, funcionarios, legisladores y otras autoridades. Este año vimos el corazón latiente y sincero de miles de fieles que desde sus casas, desde sus trabajos, desde los hospitales y centros de atención a cientos de enfermos golpeados por la pandemia del CORONAVIRUS, rezando y cantando.

 

No hizo falta esperar la llegada de los miles de peregrinos que, desde distintos puntos de la provincia y  el país, venían a ofrendar su sacrificio y su cansancio ( con sus pies  llagados por largos días de caminata), y que provocaban el  gesto  solidario de miles de voluntarios que los esperaban para acompañarlos, a la vera de los caminos, con comidas, bebidas fresca, te, café, algo de comida y alivio a sus dolores con la asistencia de profesionales de la salud.

 

Este año no fue igual.--fue muy distinto, con la plaza vacía, sin fieles... una catedral casi vacía, con la sola presencia de los Santos Patronos que, aun en su soledad, fueron el foco de miles, y hasta millones de fieles que se dieron el tiempo, cual si estuviera presencialmente ahí, para elevar su canto y rezos, pidiendo por la UNIDAD del pueblo Argentino y que por su AMOR, nos proteja de esta  despiadada PANDEMIA que tanto mal está trayendo al mundo y a nuestro país y  por ende a la provincia.

 

La celebración virtual del MILAGRO EN SALTA, contrariamente a lo que algunos creen, le dio un tinte de mayor fervor y sinceridad a la celebración de la GRAN FIESTA DE LOS SALTEÑOS.

 

La tecnología se amalgamó al fervor de miles de corazones que le prometieron, al SEÑOR Y A LA VIRGEN DEL MILAGRO, fidelidad y amor para obtener su protección (como cuando sucedieron los terremotos, hace ya 428 años), ahora imploran nos salve del mal del CORONAVIRUS; y salvar así muchas vidas.