Las elecciones del 26 de octubre, abrió desafíos no solo políticos sino también institucionales y sociales de cara al futuro

Las elecciones del domingo pasado, 26 de octubre, nos mostraron que los argentinos, en las elecciones de medio término, siempre votan pensando en las expectativas futuras, más que en las realidades del presente. Eso parece no haber cambiado.

 

Además, en realidad no se debatía un proyecto de país para los próximo dos años, sino que se debatía, en el interior de cada uno de los votantes, “qué podría pasar el lunes”, tras el resultado de las urnas.

 

Y el gobierno logró su cometido al instalar, en la conciencia colectiva de los ciudadanos: “que votar a la LLA era la calma en los mercados… o el caos si se votaba al Kirchnerismo”.

 

Bajo esas consignas Milei buscó (y lo logró) polarizar las elecciones para elegir los legisladores nacionales.

 

Podemos decir que el miedo fue más fuerte que el hambre. Y al ciudadano, contrariamente a lo que muchos políticos pretendieron instalar en sus campañas, ya no les importa seguir votando por “historia”, sino por expectativas inmediatas y símbolos de estabilidad y bienestar a futuro.

 

En el caso del peronismo o kirchnerismo, no supo interpretar lo que realmente busca hombre de a pie. El votante a conquistar no quería que los políticos les fueran a decir lo que ellos ya sabían. Lo que esperaba de ellos es la forma de salir de esa problemática y que sea posible y la cumplan.

 

Así como veían las cosas, con la ayuda del impresionante aparato de propaganda audio visual y de medios de prensas a fin al gobierno, votaron por lo que sienten y viven. Sienten que al hombre de a pie no es “La Casta”; saben que sus esfuerzos no es más que una transferencia “hacia los ricos” (como lo expresan realmente). Sin embargo, como ya lo dijimos, votaron a la esperanza de que el país se va a arreglar y que, así como bajaron la inflación, seguro que van a estabilizar y mejorar la economía y habría más trabajo y mejores salarios.

 

Sobre eso el pueblo pensó que, si Milei no ganaba las elecciones el 26 de octubre, dese el lunes 27 comenzaba el caos.

 

Convengamos que la campaña publicitaria de Milei, llegó con mucho éxito a los ciudadanos, que decidieron seguir apostando porque, la oposición no tuvo una política comunicacional que impactara en la población; solo slogan que respaldaran sumar más legisladores nacionales para frenar las políticas de ajuste de Javier Milei-

 

Y antes de terminar, quisiera decir que, presumiblemente, gran parte de los que votaron a LLA, proviene del peronismo o del macrismo. Y como todo voto, consideramos que es emocional, y el mismo expresa una emoción de ruptura con esos partidos o políticos que los representan. Porque, además, no supieron llevar adelante “una comunicación simbólica eficaz”: no lograron convencer al electoral con sus “Propuestas” (que dicho sea de paso no fue más que una “propuesta” de negatividad contra Milei, pero sin convencerlos. Al contrario, solo lograron canalizar emociones colectivas dispersas).

 

Y además creo que la oposición a Milei, como es el caso del peronismo, debería replantearse seriamente su actual identidad como Movimiento. Hacerse una autocrítica porque ya no pueden seguir enamorando a los votantes con un simple slogan ideológico o de la marchita, porque eso ya lo ven como algo totalmente vacío ideológicamente y doctrinariamente. Porque “su narrativa –históricamente ligado a la justicia social y la representación popular – hoy resulta difusa para su electorado que percibe distancia entre discurso y realidad”.

 

“El peronismo enfrenta un problema de branding político: su marca conserva historia, pero perdió atractivo simbólico. Los resultados lo muestran: incluso donde el peronismo ganó, lo hizo con márgenes acotados y con fuerte competencia de oficialismos provinciales o fuerzas locales. La pérdida de hegemonía nacional implica el paso de un modelo “verticalista” a un ecosistema político federalizado y fragmentado”.

 

Como sucedió en nuestra provincia, fue sociológicamente decisivo es que en muchas provincias la segunda fuerza no fue el kirchnerismo, sino los oficialismos locales, En este caso Primero Los Salteños, que lideraba el gobernador Gustavo “me da hasta ahicito” Sáenz

 

Porque el gobernador, supo reconstruir legitimidad desde la gestión, más allá de los discursos nacionales. Aunque no estamos muy convencido que haya sido un avance.

 

“Las elecciones 2025 marcan el fin de la política de identidades cerradas y el comienzo de una política de percepciones, emociones y micro gestión territorial. La ciudadanía ya no vota por “historia”, sino por expectativas inmediatas y símbolos de eficacia”.

 

“El desafío para el sistema político argentino – y especialmente para el peronismo y los oficialismos provinciales – será reaprender a escuchar. Como diría Napolitan: “Las campañas no se ganan solo con ideas, sino con la capacidad de entender que está pasando en el corazón de la gente”.

 

En negrita y entre comillas es un aporte de Ezequiel Rojas Frondizi - Sociólogo