No es nostalgia, es la realidad que vivimos rumbo a una salvaje colonización, sin anestesia

 

Estaba sentado frente a mi computadora, esperando que aparezca el duende inspirador que me permitiera escribir algunas líneas para esta columna semanal de Oreja Parada.

 

Y me fueron apareciendo cual tropilla de caballos salvajes que escapaban del desidioso espacio de quietud y enrarecida pradera buscando no sabiendo qué, pero que sí sea algo distintos y más prometedor para su supervivencia.

 

Fue muy difícil poder enlazarlas y ponerlas en filas para el consumo de mis habituales lectores. Es que eran demasiadas ideas, a cuál más alocadas y con sentimientos encontrados entre unas y otras.

 

Por un lado, en esta semana Santa, como cristianos buscando encontrar el significado de la Pascua, el mensaje de Cristo que supo dar su vida en una Cruz, por el amor y la entrega a sus amigos y enemigos.

 

Y por el otro, rememorar la experiencia que nos trajo el golpe militar del 24 de marzo de 1976. El horror de la pérdida de la vida de seres queridos...amigos...compañeros de lucha y militancia que fueron apresados, desaparecidos, muertos por el solo hecho de no pensar igual que el régimen de terror implantado por la dictadura militar.

 

A mí nadie me lo ha contado... nadie podrá decirme que esos años oscuro de la Argentina, fue una guerra...No fue una guerra, no fue otra cosa que una política de exterminio, llevada a cabo desde el mismo Estado, que se consideró dueño y señor de la vida y la muerte de los argentinos; y también de aquellos extranjeros, que vinieron a poblar esta hermosa tierra prometida, buscando concretar sus sueños de grandeza y crecimiento.

 

Jóvenes idealistas, estudiantes, trabajadores sabían que la Argentina del futuro estaba en sus manos. Y buscaron ese futuro con las únicas armas que tenían y sabían usar: la solidaridad y la unidad de acción para alcanzar sus metas.

 

No pretendo hacer un relato de los horrores que sufrieron muchos amigos y compañeros en su lucha por su dignidad. Pero sí debo decir que la resistencia de todos, en contra del poder opresor ha sido justa porque no podían dejar que vejaran, violaran, robaran, y recluían en cárceles que más bien eran campos de concentración, y mataran, sin causa alguna; salvo que pensaran distinto al pensamiento único de un Estado argentino sumiso para llevar adelante su plan de sometimientos y dependencia a los intereses de los grandes intereses económicos que necesitaban colonizar el país para apropiarse de sus grandes riquezas .

 

Conmemorar el Dia de la  Memoria, la Verdad y la Justicia, es un hito que nos debe orientar en todo aquellos que no  debemos repetir si queremos ser una NACIÓN, integrada e inclusiva en su real dimensión como país.

Debe ser un hito para saber, cual faro luminoso, hacia dónde apuntar para alcanzar nuestro destino de grandeza como país.

Debe ser un hito donde mirarnos y no permitir que vuelva  a suceder, que nos quieran imponer un sometimiento como país.  Aún cuando ya no sea a través de las armas, como se pretende hacer usando la democracia, como ahora, que bastardeando las instituciones de la democracia, “se cagan” en las mismas para conseguir lo que no pudieron con el terrorismo de estado, entregar la dignidad y el espíritu de los argentinos a los intereses de poderes  hegemónicos extranjeros y cipayos, para someter a la esclavitud de la voracidad del poder económico sin alma y sin corazón.